viernes, 21 de noviembre de 2008

"Sanguina" de Jacques Prevert

El cierre relámpago se deslizó sobre tu espalda

y toda la feliz tormenta de tu cuerpo enamorado

en medio de la sombra

ha estallado de pronto

y tu vestido al caer sobre el piso encerado

no ha hecho más ruido

que una corteza de naranja al caer sobre una

alfombra.

Pero bajo nuestros pies

sus botoncitos de nácar sonaban como semillas.

Sanguínea

linda fruta.

la punta de tu seno

trazó una nueva línea de la suerte

en el hueco de mi mano.

Sanguínea

linda fruta.

Sol de noche.



POESÍAS Y CUENTOS – TEATRO Y HUMOR – MÚSICA Y ENTREVISTAS


EDICIÓN CYRANO

Un fragmento inquieto de la cultura...

Todos los domingos de 22 a 24 hs por FM Radio Del Plata Rosario (107.5),

o escuchalos por Internet ingresando a

www.edicion-cyrano.com.ar



jueves, 20 de noviembre de 2008

"Cosita Linda" de Mario Benedetti

Tras la cerrada ovación que puso término a la sesión plenaria del congreso internacional de lingüítica y afines, la hermosa taquígrafa regogió sus lápices y sus papeles y se dirigó a la salida abiéndose paso entre un centenar de lingüistas, filólogos, eniólogos, críticos estructuralistas y deconstruccionalistas, todos los cuales siguieron su barboso desplazamiento con una admiración rallana en la grosemática. De pronto, las diversas acuñaciones cerebrales adquirieron vigencia fónica: ¡Qué sintagma, qué polisemia, qué significante, qué diacronía, qué centrar ceterorum, qué zungespitze, qué morfema! La hermosa taquígrafa desfiló impertérrita y adusta entre aquella selva de fonémas. Solo se la vió sonreír, alagada y, tal vez, vulnerable, cuando el jóven ordenanza, antes de abrirle la puerta, murmuró casi en su oído: ¡Cosita linda!


"El arte de las transformaciones" de Ana María Shua

Creí dominar el arte de las transformaciones, pero no era más que un aprendiz de brujo. Un pequeño error, un gesto equivocado en el momento del conjuro y heme aquí cuesta abajo en la rodada, hoy pato, mañana cucharita, montaña, arveja, premolar o polvo edulcorante. Y ahora, precisamente ahora, cuando por fin he logrado controlar tanta locura, reducirla a la ínfima sutileza de un cambio de opinión, ahora es cuando se quejan, absurdos, mis votantes.



martes, 18 de noviembre de 2008

"La cita" de Delmira Agustini

En tu alcoba techada de ensueños, haz derroche
De flores y de luces de espíritu; mi alma,

Calzada de silencio y vestida de calma,

Irá a ti por la senda más negra de esta noche.

Apaga las bujías para ver cosas bellas;

Cierra todas las puertas para entrar la Ilusión;

Arranca del Misterio un manojo de estrellas

Y enflora como un vaso triunfal tu corazón.

¡Y esperarás sonriendo, y esperarás llorando!...

Cuando llegue mi alma, tal vez reces pensando

Que el cielo dulcemente se derrama en tu pecho...

Para el amor divino ten un diván de calma,

O con el lirio místico que es su arma, mi alma

Apagará una a una las rosas de tu lecho!

a Delmira Agustini de Eduardo Galeano

6 de julio de 1914
Montevideo

Delmira

En esta pieza de alquiler fue citada por el hombre que había sido su marido; y queriendo tenerla, queriendo quedársela, él la amó y la mató y se mató.

Publican los diarios uruguayos la foto del cuerpo que yace tumbado junto a la cama, Delmira abatida por dos tiros de revólver, desnuda como sus poemas, las medias caídas, toda desvestida de rojo:

Vamos más lejos en la noche, vamos...

Delmira Agustini escribía en trance. Había cantado a las fiebres del amor sin pacatos disimulos, y había sido condenada por quienes castigan en las mujeres lo que en los hombres aplauden, porque la castidad es un deber femenino y el deseo, como la razón, un privilegio masculino. En el Uruguay marchan las leyes por delante de la gente, que todavía separa el alma del cuerpo como si fueran la Bella y la Bestia. De modo que ante el cadáver de Delmira se derraman lágrimas y frases a propósito de tan sensible pérdida de las letras nacionales, pero en el fondo los dolientes suspiran con alivio: la muerta muerta está, y más vale así.

Pero, ¿muerta está? ¿No serán sombra de su voz y ecos de su cuerpo todos los amantes que en las noches del mundo ardan? ¿No le harán un lugarcito en las noches del mundo para que cante su boca desatada y dancen sus pies resplandecientes?