domingo, 28 de marzo de 2010

Tantra - Manuel Ángel Vázquez Medel


En la más ciega oscuridad tus manos

son alas que a volar me incitan:

el cuerpo se hace leve: deja en tierra

el infinito peso de la carne, pero eleva

la luz que late en ascuas sobre el pecho.

Y desde el sexo al punto misterioso

en el que cielo y tierra se hacen uno

cruza la luz. Ya siento

mi cuerpo en otra parte: somos nada

fundida. Somos todo. Somos carne

que se transmuta en luz: pura energía.

Libélulas transitan por tu cuerpo;

mares azules

hacia el alba derraman

satines de oleaje.

Somos pura energía que abandona

la mitad inconclusa

donde el deseo es ansia de infinito

para ser -un instante-

la plenitud del gozo.