miércoles, 12 de noviembre de 2008

"Mujer que apuesta" de Griselda Gonino

Será que ese lugar te pertenece.

¿Será esa parte de monte inexplorado

con tanta mata que ellos han sembrado,

a ti te toque separar y ararlo?...

¿Será quizá tarea merecida

tirar semillas e incipientes riegos,

para ver que la crianza es todavía

un hecho claro, posible y prevalente?

¡Si no es la gente la que determina!

¡Si es la materia de quien no lo mira!

¿Porque… la danza de vivir la vida

a la absurda penitencia te convida?

Tú, que entronizado azahares en un cuadro

con matices de otras alegrías,

resurges viejas plegarias olvidadas

inscribiendo calma en dolorosos días.

A la vida “Mujer", que entra en tu ruedo,

quizá no debas rechazarle nada,

quizá te deba ella unos peniques

que debieras por noble recibirle

y,

atenta al juego, sin ninguna pena,

redoblarle la apuesta y no rendirte.



De Oliverio Girondo


1



No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! -y en eso soy irreductible - no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Ésta fue - y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa.

¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo
y sus miradas de pronóstico reservado?

¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres.....
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. "¡María Luisa! ¡María Luisa!" ... y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas, para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas! ¡Qué voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes.....la de pasarse las noches de un sólo vuelo!
Después de conocer una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.

martes, 11 de noviembre de 2008

"Monólogo de una neurótica" de María Luisa Mazzola

Así en la historia como en la literatura pululan épicos relatos de buenos hombres luchando contra malos hombres, justos contra injustos, sabios que iluminan la oscuridad provocada por los necios. Hombres luz contra hombres sombra, la eterna lucha…
Y cuando digo hombres entiéndase humanidad toda, incluidas las mujeres, humanas al fin, aunque algunos masculinos (genéricamente hablando, claro está) todavía no lo asuman, ya que la ciencia, preocupada por otros menesteres más loables (tales como clonar ovejas), continúa sin manifestarse ni a favor ni en contra, aduciendo la ya consabida y célebre frase: “¿Quién entiende a las mujeres?”.
Pero me he desviado de la cuestión…(cuestión, cuestión… que palabrita tan inasible, tanto como la mismísima “cosa”, ¿qué cosa, no?... cosa sirve para tantas cosas, que hasta yo soy, he sido y seré una cosa… a pesar mío, pero… y no hay nada más terrible que ser una cosa, o ser una cuestión que es casi lo mismo)... Otra vez me fui, pero qué bueno que puedo volver al camino. Al BUEN CAMINO, porque no es cuestión -o cosa- de tomar por el malo, (camino, se entiende) sobre todo cuando una empieza a discursear (discursear, ¿no es una palabra con aroma?...)
Decía…, a discursear sobre la importancia de portarse bien, o de por lo menos intentarlo, a pesar de nuestros propios deseos, a pesar de nuestras más impronunciables pulsiones, a pesar de nuestras más acuciantes necesidades…
Y es entonces cuando cometemos el más terrible atentado contra nuestra lucidez: traicionarnos. Sí, traicionarnos, a nosotros mismos, (valga la redundancia). Si fuera creyente diría que es el más terrible de los pecados que podemos cometer.
Más triste aún, esta traición no viene acompañada (como cualquier buena traición que se precie) del ancestral y subrepticio placer nacido de nuestra condición inevitablemente humana: disfrutar del dolor ajeno. Y eso mientras ponemos nuestra más compungida faz de buen samaritano, condolidos del sufrimiento del otro, ese otro que mañana, tal vez, podríamos ser nosotros, oh, qué pena, qué sensación de tierna angustia, qué regocijo… de última, qué goce, qué perverso y humano goce… Pero eso no se le hace a quien te quiere ni tampoco a quien no te quiere, según lo manda la santa palabra mientras bendice las picanas. Ya… Y otra vez, me fui por las nubes de Úbeda (¿se acuerdan de las nubes de Úbeda?). Yo me acuerdo… claro, hablaba de traiciones…

lunes, 10 de noviembre de 2008

Biblioteca Scribd


Scribd es una mega biblioteca virtual en la que podrán encontrar documentos y libros de todo tenor y tema. Los invito a ingresar a la nueva Babel a través de mi pequeña puerta.
Copien este enlace:
http://www.scribd.com/people/view/1335794-mar-a-luisa
en su navegador y
siéntanse libres de tomar lo que gusten.

"Mujeres", un regalo para mis amigas del taller

Mural del Grupo por la Memoria, del Colegio Nacional de Pergamino

Este hermoso mural fue diseñado y realizado por docentes y alumnos del Colegio Nacional de Pergamino, con la colaboración con la Escuela de Estética, en el marco del Programa "Jóvenes y Memoria" de la Comisión Provincial por la Memoria.
La temática elegida es la historia del Barrio "Güemes" y su actualidad.
En breve les prometo más datos.

"La prueba" de Carmen Rolandelli

-¡Por ese trapo rojo de mierda!- gritó Julia, mientras se la llevaban.

Había sido precavida; nada de libros, no más que los manuales del alumno bonaerense que las editoriales mandaban periódicamente a los docentes. El Quijote no podía ser sospechoso, aunque pensándolo bien -se dijo para sí- pero se resistió a tirarlo; los discos de los Quilapayún (le costó desprenderse de la cantata a Santa María de Iquique), varios números de Estrella Roja y hasta los cuadernillos de Crisis; sobre todo el reportaje a Neruda y “El gran Orinador”(muy sospechoso por cierto, podría emular a algún aprendiz de dictador). Todo fue a parar a la parrilla la semana anterior. La casa estaba limpia, nada que la comprometiera. Si no fuera por esa maldita bandera de remate que su padre había usado para tapar el agujero de la chapa.

El tipo de verde miró hacia el techo y con un gesto de enorme complacencia ordenó que bajaran la prueba de la felonía.

domingo, 9 de noviembre de 2008

"La Etnia y sus lágrimas de cristal" de Griselda Gonino

Allí... donde no nacen los narcisos,
cuando la etnia no se negocia,
se reconvertirán en perlas las lágrimas de cristal, que lloraron los niños araucanos y charrúas
cuando la clausura de la investidura de sus caciques,
derrumbó la jerarquía de aquel rango.
La representación sin culpa de los hombres que ignoran...
ruboriza el pensamiento,
y duele menos la extinción y la violencia, que a Gaboto y Balboa el agravio y la ofensa del olvido.
Aún entreteniendo a la razón, no cesa el dolor,
en los hombros y los pechos de las mujeres
ni en las sienes y las manos de los hombres.
Cuando el cortejo vaya al rescate de la historia,
quede en aquéllas mansedumbres... la esperanza
de verla convertida en una algaba patagónica sin elegía.
En esa masa terrosa donde cruje la historia,
reaparece en cada claro de luna y en las oraciones del alba
el cielo sacro que bendijo al montaraz.
En esta porción de América del Sur resurgirá la epopeya,
y allí... donde el primitivo sol dispara al corazón

miles de rayos con embriones legendarios,
se incrustará la certeza de vidas pasadas.
Allí... Dios ofrece un territorio encantado,
entre llanuras de pampa extendida,
las voces del viento reclaman el texto sagrado
de la sabiduría que la habitó.
En ese páramo de mesetas luminosas
yace la cultura milenaria y gallarda del indígena,
del indomable, del héroe...,
de esa enérgica y viril criatura llamada Hombre...
...Mágico hechicero que sufre todavía porque no puede
romper el sortilegio de ver, que los hijos de los hijos de sus hijos,
lloran aún lágrimas de cristal.

"Revólver" de Fernando Vilches

Eran aproximadamente las diez de la noche. Hacía frío pero Joaquín jugaba en el patio. Desde la muerte de Marta, él hacía lo que quería.

Estaba a punto de entrar a bañarme, cuando escuché los disparos afuera. Salí corriendo hacia allí y grité desesperado por mi hijo.

El cuerpo tenía cuatro agujeros todavía humeantes, los ojos vidriosos y la boca entreabierta.

Miré a Joaquín, aún sostenía el revólver pero a media altura, ya sin convicción. Me miraba con una mueca indecisa entre satisfacción y culpabilidad.

-El violador, me dijo con voz enfática y lo mandé a dormir.

Tenía cinco años y los ojos redondos y negros como su madre. Soltó el arma y huyó de su travesura. Esto iba a ser difícil.

Apagué la luz del patio con una tranquilidad que me sorprendía. Tenía un cadáver en mi casa y un hijo criminal.

Fui hacia mi habitación, tomé una sábana, la más vieja, (Marta hubiera dicho “esa”) y salí otra vez.

Le arrojé la manta al cuerpo, me impresionaban sus ojos. En la ventana del cuarto de Joaquín, que daba hacia el patio, la luz se apagó.

Caminé unos pasos. Pensaba llamar por teléfono a alguien, a la policía, a Claudia, a alguien, cuando vi el revólver entre el pasto. El rocío lo mojaba. Lo levanté. Lo levanté y comencé a temblar. Era de juguete.