domingo, 26 de diciembre de 2010

¿Puede acaso del dolor nacer de cuajo la esperanza?


¿Puede acaso el dolor nacer de cuajo la esperanza?

Siglo tras siglo tercas semillas

brotan audaces en tierras yermas,

cubren la muerte con puros brotes

de lirios, nardos, jazmines suaves

que sucias manos tornan sangrientos.

Manos de plomo manos rapaces

arrancan flores apenas nacen.

Inútilmente, con impudicia,

sesgan gorjeos,

ciegan septiembres.

Pero la sabia que vida pare

fluye sin merma… alimenta siempre…

hincha las venas… inunda arterias de son latente

que serán canto, canto en vertiente

que dará flores

rojas de vida que no de muerte,

sin deuda alguna, llenas de tiempo

y ojos ardientes de soles nuevos.

Cerrará heridas, abrirá puertas

hará estallar cristos de miedo -de acero y plomo-

poniendo en ellos ojos de poeta

que hacia el futuro lanzarán ecos.

¿Puede acaso del dolor nacer de cuajo la esperanza?

Flamas eternas, girando esperan

por la justicia, por la memoria

30.000 veces dicen y dicen

desde aquél jueves y para siempre:

Yo doy la vida. Yo digo ¡SÍ!


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