
¿Puede acaso el dolor nacer de cuajo la esperanza?
Siglo tras siglo tercas semillas
brotan audaces en tierras yermas,
cubren la muerte con puros brotes
de lirios, nardos, jazmines suaves
que sucias manos tornan sangrientos.
Manos de plomo manos rapaces
arrancan flores apenas nacen.
Inútilmente, con impudicia,
sesgan gorjeos,
ciegan septiembres.
Pero la sabia que vida pare
fluye sin merma… alimenta siempre…
hincha las venas… inunda arterias de son latente
que serán canto, canto en vertiente
que dará flores
rojas de vida que no de muerte,
sin deuda alguna,
y ojos ardientes de soles nuevos.
Cerrará heridas, abrirá puertas
hará estallar cristos de miedo -de acero y plomo-
poniendo en ellos
que hacia el futuro lanzarán ecos.
¿Puede acaso del dolor nacer de cuajo la esperanza?
por la justicia, por la memoria
30.000 veces dicen y dicen
desde aquél jueves y para siempre:
Yo doy la vida. Yo digo ¡SÍ!
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