
Desconozco la mitad de mi espíritu,
soy activa, versátil, irreverente
y padezco el miedo del encadenamiento.
Me sostiene el canto de tus manos con los sonidos graves
que se escurren mansamente
por los nudillos de tus pecadores dedos.
Mi única nobleza es el aspecto de mi desnudo cuerpo,
como la salvaje y natural cascada
que no pueden divisar los ofuscados.
A veces me elogio sin extrañar la fastuosidad
a veces me odio
por no disfrutar el proceso de las nueces.
A veces me escondo en la jaula volátil
con una delirada expresión poética,
y mi risa lastima al prisionero de emociones.
Me consumo como endeble sahumerio, sin tiempo para deleitar la canela.
No puedo controlar el avasallador viento
que bifurca mis espinas con heridas de muerte.
Soy una infantil anguila desprovista de toxina.
Soy una hoja marrón arrastrada por las estaciones ardientes,
sin posarse en los sombreros aristocráticos de los indoctos.
Sólo vuelo con mis finas nervaduras y el aire que exhalas.
Soy generosa pero también ofensiva.
No quiero imitaciones ni el carruaje con cortinas de muselina.
Soy un estanque de lirios sin raíces,
una fuente de agua rosada donde beben los mirlos
el devenir de mi vida.
1 comentario:
Excelente Graciela, me alegra verte en este espacio.
Carmen Rolandelli
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