
La criatura voladora
extraña la vegetación de tu escritura
y en tu abecedario no existo.
Espero ser emitida por tu garganta,
y tu boca aún no me ha bautizado.
Puedes llamarme Clara
y acostarte en el hueco de la izquierda
para comer el pan masticado
que te guardé en la derecha.
Dejemos el medio libre
para atrapar los manantiales y el tiempo.
Desayunemos aire en los ojos del tazón
incendiemos la cueva con la tabla numérica
mientras los alerces nos cobijan
de los monstruos con sus genes
y de la porción estéril de la herencia.
Que nos traspase el vinagre
y en la exquisita bandeja plateada de la luna
brindemos
mientras mis alas sin nombre
duermen.
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