sábado, 16 de mayo de 2009

"El llamado"-Graciela Ferreyra de García


La vieja rancia

no murió de enfermedad visible.

La madre nodriza

derramó su sangre

por los océanos y las cumbres.

La santa insana

tenía la peste definida del amor.

La sierva rebelde

clamaba por desatar las cadenas de agua

y escuchar su nombre

en la melodías de los rumiantes.

La vieja padecía

de una espina insertada en sus oídos

y no oyó.

A la madre no la llamaron

mientras la sierva siempre esperaba

y la rebelde no se moría.

La loca canta

a la imagen tallada de sus críos

despegada de los santuarios

con un chaleco enredado de lágrimas

y los labios abiertos

para responder al grito.



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